HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

El facilismo fiscal

La crisis porque está atravesando Venezuela ha servido como una prueba de fuego para los organismos internacionales, que velan por la democracia, por los derechos humanos, por las garantías sociales e individuales, por las libertades públicas y por los derechos fundamentales para la alimentación y la salud, pues nada han podido hacer frente al oprobioso estado de cosas que coloca a la población de ese país en un estado de absoluta crisis humanitaria, en medio de unas penurias verdaderamente aterradoras e inadmisibles.

Las libertades públicas han sido abolidas; las instituciones democráticas han desaparecido y los poderes se han concentrado descaradamente en manos de unas pocas personas; los líderes opositores al gobierno han sido apresados; los calendarios electorales se manejan al capricho del déspota; las muertes violentas han crecido a tal punto en donde Venezuela figura entre los tres países mas violentos del mundo; el hambre azota a la mayoría de la población; el desabastecimiento de las medicinas llega al 60%, los refugiados se cuentan en cientos de miles y se estima que de 2.400.000 que hay en el Continente, 1.800.000 son venezolanos.

Sin embargo, ni la OEA, ni las Naciones Unidas, ni los países del sur, ni ningún otro organismo ha sido capaz de poner en cintura a ese régimen, que continúa desafiante haciendo de las suyas y condenando a la población a que cada vez esté más empobrecida, sin alternativa alguna de futuro.

La comunidad internacional ha diseñado toda clase de procedimientos para garantizar la armonía de los países del mundo y para proteger los derechos de las personas cuando estos sean vulnerados, pero a la hora de la verdad todos esos dictados resultan ser letra muerta, pues lo comprobamos ahora con un país consumiéndose en la miseria sin qué nada se pueda hacer.

Es el momento de abrir el debate mundial sobre la efectividad de los organismos internacionales, pues si fueron creados con los fines específicos señalados y han venido sosteniéndose con costosas aportaciones y enormes burocracias, no es posible que a la hora de la verdad todo pase y a su vez no pasa nada, porque no existen mecanismos claros e idóneos que se puedan utilizar efectivamente para que se garanticen unos propósitos fundamentales en beneficio de la estabilidad de los países y de la preservación de los derechos inalienables de las personas.

Abogado y miembro de la Academia Colombiana de Historia y de la Real Academia Española de la Historia

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