HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Jaime Vidal Perdomo

Fue el renovador de la concepción del Derecho Administrativo entre nosotros. Regresó de Francia a finales de los 50 como profesor de tiempo completo en la facultad de Derecho de la Universidad Nacional. La primera conversación que sostuvimos fue alrededor del control constitucional. Le comenté los excelentes trabajos que sobre su funcionamiento en Colombia había realizado el ilustre profesor J.A.C. Grant a quien había conocido en un seminario en la Universidad de California de los Ángeles (Ucla), y quien me había regalado separatas de sus publicaciones al respecto. Los mejores trabajos académicos sobre el tema.

Pronto Jaime Vidal elaboró textos de enseñanza sobre Derecho Administrativo que se convirtieron en libros recomendados en la mayoría de las universidades. Y el presidente Carlos Lleras lo nombró Asesor Jurídico de la Presidencia.

Jugó entonces papel clave en la Reforma Administrativa de 1968. Sobra decirlo, muy influido por el pensamiento francés. La Universidad Nacional, la del Rosario fueron sus ámbitos académicos preferidos. En ellos gozó de prestigio y aprecio. La Universidad de los Andes tiene con él una deuda de gratitud significativa. No solamente participó en el Comité que trabajó para diseñar la nueva Facultad de Derecho sino que aceptó el riesgo de que sus universidades no vieran con buenos ojos esta tarea. Y más adelante, cuando la Facultad de Derecho pasaba por una difícil crisis, aceptó la decanatura. Interesante, el profesor de Derecho Público de formación francesa participaba en la creación y desarrollo de una escuela que se proclamaba más cercana al estilo anglosajón de enseñanza que al francés. Hoy esa facultad, que cumple 50 años, es sin duda la mejor de Colombia, con gran prestigio internacional.

Cómo no recordar y valorar su esfuerzo para fortalecer la facultad que había ayudado a crear, para lo cual contó con la muy eficiente y dedicada ayuda de Martha Senn cuando todavía su amor por la Ópera no la había capturado del todo.

Jaime Vidal era riguroso, disciplinado. Y el profesionalismo en todas sus actuaciones gubernamentales o académicas fue cualidad que siempre lo acompañó. Por eso es sorprendente verificar que jamás fue elegido para las Altas Cortes. Así es la vida.

Fue Embajador en Canadá. Su hija Diana no regresó con él. Adelantó estudios universitarios allá y hasta hace poco se desempeñó en importantes posiciones en ese gran país. Ahora ocupa un alto cargo en el Gobierno de Bogotá. En buena hora. También hizo un importante aporte al programa Goberna que promueve el Instituto Ortega y Gasset que dirige Antonio Fernández Poyato.

Carlos Molina, constitucionalista y profesor en universidades francesas, ahora director del Instituto de Estudios del Ministerio Público, convertido en tanque de pensamiento por decisión del procurador Carrillo, fue su asistente y recientemente publicó una versión actualizada del libro más conocido de Jaime Vidal. Cuando recordábamos a Vidal Perdomo, expresó: “Fue uno de los grandes constructores del Derecho Administrativo de nuestro país. Un derecho que él denominaba luz en la poterna y guardián de la heredad. La administración pública colombiana sigue erguida sobre las bases que él ayudó a forjar”.

El ruido de la campaña no me exime de rendirle tributo a Jaime Vidal. En un país en busca de modelos qué imitar, su trayectoria transparente queda como ejemplo. La suya fue una tranquila y fecunda existencia. No lo olvidemos.

*ExMinistro de Estado

 

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