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Ficci 58: cayó el telón

Ficci 58: cayó el telón

En el homenaje que le rindió Anafe (la Asociación de Festivales de Cine de Colombia) a Salvo Basile, el actor solicitó que levantaran la mano los cartageneros presentes en el evento y solo un 5 por ciento de una sala repleta levantaron la mano. A lo que Salvo apostilló: ¡Hay que recuperar al público cartagenero!

Y este es el panorama de  un certamen que se salió de las manos de los gestores culturales cartageneros y caribeños, con unas salas de cine colmadas por estudiantes, cine clubistas y curiosos por conocer una cinematografía no sé, si distante o no de la idiosincrasia caribeña, aunque entiendo debe haber cine de todas las latitudes.  Algunos periodistas de la ciudad son a veces excluidos según me cuentan personalmente. Y si nos atenemos al cubrimiento periodístico en el periódico local (y otros de la región), pues bien pobre (nada de crítica y análisis a los filmes en competencia) y ni hablar de la eternidad de las colas para todo (hasta que el cuerpo aguante).

La edición 58 de Ficci dio como ganador en la “Sección Oficial” al filme dominicano “Cocote”, donde su director Nelson Caro de los Santos Arias se adentra en la religiosidad de la república dominicana (sobre algo que igual ocurre en otros países de nuestro continente) y por ello recibe un ‘India Catalina’, que desconcierta a todo el mundo menos al jurado. Y es que en los festivales, una cosa piensa el jurado, otra el espectador y otra bien distinta los críticos de cine.

A mi juicio, las imágenes muestran una preocupante falta de creatividad en el desarrollo de un relato que hemos visto en ocasiones anteriores (amén del griterío en una oralidad que exaspera).

Debo de reconocer que si bien es un filme fallido en su pathos de cara al público colombiano, igual sobresale el concepto antropológico de la religiosidad de un país, para ofrecer otra mirada y su idiosincrasia. Según su director: “El catolicismo frente al evangelismo funciona como un ancla para entender los giros que da la película alrededor de sus acontecimientos”.

Pero el cine es así amigo lector. Y hay que reconocer que no todo el cine independiente latinoamericano es bueno.  Para concluir, señalar que el filme dominicano sin las limitaciones de los recursos más humildes que los de cualquier superproducción de corte similar puede tener: Es el problema donde empiezan y terminan los aciertos y desaciertos de un producto errante a todos los niveles.

En la “Sección Oficial”  de documentales, el acierto del jurado en esta área, permite al Ficci 58, al menos hacer justicia por un filme sólido. El documental sigue a los oreros a lo largo de tres años de su vida, en la profundidad de la jungla costarricense. Allí, ellos siempre han vivido en conflicto continuo con el Gobierno al trabajar en zona protegida.

En estas pocas palabras se puede resumir este trabajo donde los testimonios de los oreros y lo políticamente correcto, permite preguntarnos por qué es buena la película. Pues porque siguiendo el sentido común y la experiencia primaria, el documental entonces, se asigna, y refiere hechos reales mediante una construcción a base de datos fidedignos ( para este caso la oralidad de unos oreros, quienes viven en carne propia la realidad).

Sin lo destacadamente didáctico-científico, y esquivando el cineasta la elegancia, la belleza, las batallas de la dramaturgia y otras buenas cualidades y categorías; el documental es  certero, preciso y eficaz para decir la verdad.

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