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Las reformas de Macron desatan huelgas y protestas

Siete sindicatos de funcionarios encabezaron la protesta, mientras un tercio de los ferroviarios dejaba sus puestos de trabajo para unirse a la movilización contra el proyecto de Macron de reformar la compañía pública de ferrocarriles SNCF.

 

Más de 300.000 manifestantes tomaron las calles de toda Francia este jueves en un enfrentamiento entre los sindicatos y el presidente del país, Emmanuel Macron, que podría ser decisivo para su agenda reformista. 

Siete sindicatos de funcionarios encabezaron la protesta, mientras un tercio de los ferroviarios dejaba sus puestos de trabajo para unirse a la movilización contra el proyecto de Macron de reformar la compañía pública de ferrocarriles SNCF.

En total, 323 personas desfilaron en todo el país, según el ministerio del Interior, 49.000 de ellas en París. El sindicato CGT, el mayor en el sector público, estimó la participación total en más de medio millón.

Según datos de la empresa pública de ferrocarriles, que cada día transporta a tres millones y medio de pasajeros, 40% de los trenes de alta velocidad y 25% de los trenes de medio recorrido circularon este jueves en Francia, donde se registraron también perturbaciones en vuelos, escuelas, guarderías, bibliotecas y otros servicios públicos como la recogida de basuras.

Congratulándose por la «fuerte movilización», la CGT llamó a una nueva jornada de acción el 19 de abril.

La policía utilizó gases lacrimógenos y cañones de agua en el centro de París durante choques esporádicos con grupos de estudiantes que parecían haber sido infiltrados por anarquistas.

Al menos una ventana de una oficina resultó rota y se prendió fuego a un automóvil.

Pero, mientras en algunas zonas el transporte se convirtió en una pesadilla, especialmente para los trabajadores procedentes de los suburbios, el impacto de las huelgas fue bajo respecto a los estándares históricos de Francia.

Baptiste Colin, un estudiante de ingeniería de 22 años que protestaba en la capital, acusó al gobierno de querer «destruir los servicios públicos».

Es un sentimiento con el que coincidía Marine Bruneau, empleada municipal: «Parece que piensan que en Francia (…) el sector privado puede hacerlo todo y no necesitamos a funcionarios como yo. Pero Francia nos necesita. Si no estamos, el país no va bien».

Decenas de miles de personas participaron en las protestas organizadas este jueves en grandes ciudades como Marsella o Lyon. Las cifras a nivel nacional fueron similares a las de las protestas de octubre contra las reformas laborales impuestas por Macron el año pasado.

Sin embargo, fueron menores que las gigantescas protestas de los últimos 25 años, como en 1995, 2003 o 2010 cuando más de un millón de personas salieron a las calles.

Esta vez, la fecha del 22 de marzo había elegida deliberadamente para coincidir con la protestas de 1968 que desembocó en las históricas movilizaciones de mayo de ese año. 

PARÍS AFP

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