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Un “Oscar” anunciado: “Tár”

Por

GONZALO

RESTREPO

SÁNCHEZ

 

Sin lugar a dudas, esta película representa el triunfal regreso de Todd Field como director y libretista (no dudo en que podría ganar premios por su escritura fascinante en “puntualizar  sobre el personaje y la música”), quien debutó en el cine con la turbulenta “En la habitación” (2001) y no lo veíamos desde su cinta “Secretos Íntimos” (2006), dos películas que llevan al espectador a la incertidumbre y perplejidad.

Me atrevería a pensar que “Tár” también es así. Y además, con una Cate Blanchett, que no dudo ganará el “Oscar” por su actuación (habiendo recibido ya el “Globo de Oro” por dicho performance).

No es una película difícil de juzgar, ni es para nada confusa; el asunto es que está ambientada en el universo de la música clásica y relata la historia de Lydia Tár (una de las mejores compositoras y directoras de orquesta de la historia). Esto hace que los diálogos hablen sobre la composición de música clásica y por supuesto, el arte de dirigir una orquesta; lo que podría hacer de la película un poco más pausada en su ritmo, y monótona para algunos espectadores, aunque, si hay buena cinefilia, sería precisamente todo lo contrario.

A un personaje como Tár, que reafirma su categoría autoconsciente, permite a nivel de metacinematografía, momentos de mayor interés de la músico protagonista, cuando logra recordarnos a todos sus referentes. Entonces, convence más aun de que sabe lo que está haciendo y muy a conciencia (incluso en su vida más personal). Porque Tár las ha habido y las habrá. Por momentos, parece que no pide permiso para sentarse junto a nosotros, que desde la butaca de cine o sentarse en el suelo, se ve ella misma en la pantalla.

Antes de continuar es importante y con base en la música de la cinta, traer el crédito de la compositora para el filme de Hildur Guðnadóttir. Una violonchelista islandesa cargada de un talento supremo  y que coloca su partitura en cada fotograma con sabiduría no solo cinematográfica, sino rítmica y emocional. Ya lo decía Víctor Hugo: “La música expresa lo que no puede ser dicho y aquello sobre lo que es imposible permanecer en silencio”.

Sobre el guión, podemos escribir que es muy trabajado, muy elaborado y fino. Cargado de escenas a la vez, complejas y para nada indiscretas; otras intensas y largas, provocadoras y resplandecientes en lo musical y en lo emocional de los personajes. Todo esto irradia la gran autoridad de Field para referir una fábula y atraparnos Y es que resulta difícil apartar la mirada de la pantalla, donde no es difícil prestar atención e intentar de sentenciar tanta información.

“Tár” una pequeña obra de arte en lo que refiere a la música para el cine, y el filme con una actriz y personaje para señalar el valor humano y artístico de alguien a quien, sin duda alguna, habremos admirado y que ha flaqueado y fallado moralmente.

Ya en 1956, el filósofo y sociólogo francés Edgar Morin (1972) plantea que “toda imagen es una abstracción, que encarna un símbolo. “En una película cada plano se convierte, por tanto, en un símbolo particular al que se le asocian nuevos simbolismos” (p.154). De esta manera, Morin detalla los diferentes elementos alegóricos que acceden la imagen cinematográfica. En primer lugar el fragmento, “que se refiere al recorte de la realidad, a los distintos tamaños de los planos, pero, al que asimismo incumben otros universos y percepciones. ¡Qué viva el cine!

 

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