HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Responsabilizarse, responsabilizarnos

He creído siempre -más en épocas como la actual donde cualquiera se cree poseedor de la verdad revelada, con derecho de mancillar el honor del otro, así como burlarse impunemente por que sí valiéndose de una subjetiva y de paso mal entendida libertad de expresión-, en las responsabilidades limitadas, que considero una de las formas posibles de fomentar e impulsar sólidos constructos sociales sin ir en detrimento de los demás.

Debe valer lo dicho para tenerlos en cuenta y aplicar tales constructos en nuestras unidades territoriales, toda vez que nunca construiremos nada que valga la pena donde nadie es responsable de nada ni por nada. Ocurren cosas y nadie responde. Frente a despilfarros y desmanes todo el mundo se pasa y traslada la culpa en el decir que se están estudiando los asuntos, que nadie vio nada, que se esperan experticias, que estudios y proyectos se están elaborando, que lo mejor vienen en camino o está por llegar, que se están evaluando resultados, que están demoradas las gestiones, que el nivel central no asigna recursos, que el centralismo nos margina, que la culpa es de los otros, que la cabra parió en el monte y los cabritos se perdieron, que lo uno y lo otro y lo de más allá. Al final, no hay ni existen responsables. Los malos manejos parecen fantasmagorías; y como siempre, en el limbo quedan las responsabilidades de los involucrados.

A las responsabilidades se les saca el cuerpo con pasmosa facilidad y pasan con inusitada vertiginosidad al debe. Ello se da siempre, en todo momento y en todo lugar ante los frecuentemente ocurrentes hechos deleznables. Ante desgracias y negligencias. Si revisamos la historia, vemos como desde siempre nadie responde ni se responsabiliza por nada, pareciera ser lo normal, lo consuetudinario, lo común y corriente, lo habitual. Y donde se supone que debemos encontrar voces afirmativas que cuestionen y se solidaricen con la colectividad, que enfrenten a los irresponsables, a los negligentes, a los generadores de las más nefastas consecuencias, hallamos sólo cómplices, quienes culpan de lo sucedido a todo menos a los reales responsables de lo mal acontecido. No más incompetencia, ni ignominia por favor.

Obliga el buen hacer administrativo púbico velar por las garantías ciudadanas, instrumentar sendas mejores, canales de deliberación y participación para la pronta resolución de las más sensibles problemáticas. La Responsabilidad Administrativa es una responsabilidad perjuiciosa, generada como consecuencia de sucesos o hechos que por acción u omisión realizan servidores y funcionarios públicos en desarrollo de sus actividades a título de dolo o culpa, conducta considerada como antijurídica y constituye en términos del estado actual de la evolución de la dogmática penal, elementos del tipo penal.

Sin embargo, sostienen eminentes tratadistas públicos, que su enfoque e invocación no es ajena a la estructura del derecho administrativo, toda vez que las faltas que cometen los servidores y funcionarios públicos en el ejercicio de su deber, deben ser tipificadas a título de dolo o culpa (acción u omisión). La responsabilidad administrativa es un valor que está en la conciencia de los servidores y funcionarios públicos, y como tal, dicha responsabilidad desde su ingreso a la carrera administrativa les permite reflexionar, administrar, orientar y valorar las consecuencias de sus actos, siempre en el plano de lo moral. En conclusión, deben existir responsabilidades limitadas, no desdeñadas truculentamente, razón por lo que todo responsable debe responder siempre.  [email protected]

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