HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Los ventrículos sí existen

Estuve convencido hasta hace poco que los ventrílocuos estaban en vía de extinción, pero me quedé corto con mis creencias, al ver como un candidato a la presidencia de nuestro país, le ordenan decir lo que quiere otro. Hasta con el mismo acento.

Pero ¿cómo se maneja esto sin que nadie sepa como el cuento? Primero hago historia y ahí se va sabiendo a que me refiero. El primer ventrílocuo, aunque se mantenía en el anonimato fue Adán. Ese man fue primero en todo: primer hombre sobre la tierra, el primero con compañera permanente y el primer tipo que no tuvo suegra.

Y ¿por qué fue el primer ventrílocuo? Es difícil de explicar pero con el chirrete de hijo que tenía como lo era Caín tuvo que hacer un curso extrarápido para aprender. El zángano se escondía por ahí para meterse sus maracachafas dejando el trabajo más pesado a Abel y no obedecía para nada a su padre e incluso a Dios, pero cuando veía que se apretujaban las nubes y salía la voz desde las alturas el pastorcito mentiroso, salía con que » yo no sé, yo no fui, pilas con Abel» y con eso creía que todo estaba controlado.

 

Y así fue como Adán hizo el curso y empezó a dominar a su hijo haciéndose pasar por el Señor, hasta el día en que asesinó a su hermano y lo echaron de «El Paraíso». El maloso puyó el burro y empezó a errar por el mundo hasta el sol de hoy apareciendo en épocas de elecciones en Colombia.

Tiempo después, la Historia Sagrada nos cuenta que Dios le pidió a Abraham que si lo quería de verdad tenía que sacrificar a su  amado hijo Isaac . Dicho y hecho. El profeta convenció al pelao a que se dejara atar las manos y subiera a una pila de leña, para que desde ahí poder ver todo el Monte Moriá y el horizonte. Cuando su padre levantó la daga para clavárselo en el pecho, supo tarde la verdad.

 

En eso se escuchó una voz desde allá arriba, que provenía de unas nubes brillantes que le ordenaba «que soltara a su hijo, que estaba convencido de su gran amor». El patriarca acostumbrado a degollar, ovejas, carneros y enemigos, temeroso obedeció de una, comentándole en voz baja a Isaac, que le diera las gracias al Altísimo por haber echado rever, la orden impuesta para sacrificarlo. El joven que con el tiempo se convertiría en el padre de Esaú y Jacob, llamado después «Israel» y quien engendró doce hijos varones que darían orígenes a las doce tribus de Israel, expresó sonriendo:

 

-¿Gracias a quién? Si no es por el curso intensivo de ventrílocuo que hice me hubieras dado materile.

 

*Arquitecto

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