HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Debemos tener en cuenta la agenda del agua

El agua será protagonista durante los próximos 10 años y no precisamente por razones positivas. La escasez, su contaminación, los desastres naturales y las migraciones que se darán por su causa marcarán la agenda mundial.

El pasado 22 de marzo comenzó la Década del Agua para el Desarrollo Sostenible, un periodo de tiempo que se ha querido marcar con el objetivo de generar aún mayor conciencia sobre la impostergable necesidad de hacer lo que se requiera para preservar el recurso natural más valioso para la vida del Planeta. La información científica disponible hoy no deja lugar a dudas sobre la pérdida de fuentes de agua y las consecuencias que ello genera ya y a futuro.

Algunos datos dan cuenta de esa realidad: hoy la escasez de agua afecta al 40% de la población global; 2100 millones de personas, algo así como la tercera parte de los que habitan en el Tierra, no tienen acceso a agua potable; además, el 80% de las aguas residuales se vierten a los ecosistemas sin ser tratadas mientras que 4500 millones de seres humanos carecen de servicios de saneamiento. Y como si eso no fuera suficiente, el 90% de los fenómenos y desastres naturales están relacionados con el agua.

Si se aceptan los cálculos proyectados, unido a los estragos que continuará haciendo el cambio climático, hacia la mitad de este siglo la demanda del líquido vital habrá aumentado en un 40% y una de cada cuatro personas vivirá en un país donde será crónica la falta de fuentes de agua dulce. Con un 25% más de población en el mundo no sólo no habrá agua para tanta gente; también será más grave la crisis de saneamiento básico, aumentarán los problemas de salud pública y arreciarán las migraciones.

No es que en la próxima década, la que se le ha agendado al agua y a su desarrollo sostenible, se logre el milagro de recuperar lo que se ya se dañó o se acabó. El objetivo es crear conciencia para que se pueda conservar lo que aún queda, tanto como propender por una mayor voluntad política y social sobre el uso racionalmente ese recurso natural.

Todo lo que se desperdicie o destruya hoy hará falta en los próximos años; si las aguas servidas van a ríos y mares sin ser tratadas, serán la sentencia de muerte para aquellos y para quienes de ellos dependen.

Colombia, tan rico en recursos hídricos, sabe de primera mano que la abundancia se agota cuando no se cuida o porque se despilfarra. Una parte de la ecuación para la conservación del agua son las políticas públicas y las inversiones que deben estar en la agenda para hacerlas realidad. La otra es el sentido común, el de los gobiernos pero también el de las sociedades, el de cada individuo que debe ser responsable con su consumo y con su entorno.

No es sólo el agua. Es todo lo que abarca ese elemento: vida, alimentación, salubridad, medio ambiente, incluso seguridad y convivencia. Bien lo dijo el Secretario General de la ONU, “hasta ahora el agua ha demostrado ser un catalizador para la cooperación, no para el conflicto. Pero no podemos dar por sentados ni la paz ni nuestros preciosos y frágiles recursos hídricos”.

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