HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Regreso a la guerra fría

«No hay guerra buena». Estas fueron las palabras con las que el papa Francisco rechazó el uso de armas químicas, una vez más, en Siria. La guerra civil lleva ya cinco años, en los que la degradación aumenta, mientras la comunidad internacional da bandazos sin saber muy bien cómo presionar una solución. Esto en parte sucede porque Bashar Al Asad, el presidente de ese país cuenta con el respaldo de Rusia, que defiende así la base militar que usa en ese territorio, pero sin reparar en las víctimas civiles y en los excesos como el uso de armas proscritas. En total se cuentan unas 70 víctimas mortales en la acción del sábado, cerca de Damasco.

Como si fuera poco, en la madrugada del lunes sorprendió un bombardeo de misiles en una base aérea cerca a Palmira, que dejó 14 muertos, sin que hasta ahora haya quién se lo atribuya. Damasco se anticipó a culpar a Israel, que fue el responsable de un ataque similar en febrero pasado, después de que un dron sirio violó su espacio aéreo. Este ataque ha hecho que Siria y Rusia se concentren en esta situación y le resten importancia a la gravedad del ataque químico que muestra imágenes escabrosas de civiles y niños muriendo como consecuencia del uso de   esta arma prohibida por la ONU. Este organismo dice que desde el 2013 Siria ha perpetrado por lo menos 35 de estos ataques.

El mundo está en vilo, pues la crueldad de las imágenes deberá despertar por fin a los burócratas sobre lo que sucede en la guerra más cruel que se tiene hoy. Las amenazas del mandatario estadounidense, Donald Trump, con la frase: «pagarán un alto precio», hace temer que se pueda presentar algún tipo de reacción militar, como ya sucedió el año pasado, pero el problema es que no hay acuerdo y sigue siendo una situación en la que los más afectados son los ciudadanos. Seguramente Trump y otros mandatarios se verán obligados a tomar decisiones por encima del organismo multilateral.

Estados Unidos buscaba desde comienzo de semanacontar con el apoyo a la resolución que propuso poner en marcha un nuevo mecanismo internacional que determinara responsabilidades por el uso de armas químicas en Siria. Esta insistencia viene desde noviembre, pero el veto ruso sigue paralizando las decisiones. Los 500 mil muertos que ya se cuentan en los cinco años que lleva la guerra también nos muestran otra cara del regreso a la guerra fría, cuando las grandes potencias usaron otros países para librar con armas sus batallas ideológicas. Ellos ponían la dialéctica, como con Siria, y otros países ponían los muertos, como sucedió en África, Asia y Latinoamérica.

No hay manera de que se pueda justificar la mano dura con la que Al Asad gobierna su país, la misma que mantuvo su padre. Este régimen se aproxima a completar cincuenta años de barbarie, al tiempo que la presencia del Estado Islámico en la zona hace muy difícil dejar a los ciudadanos a su suerte, pues se encuentran entre dos mundos que los presionan, los amenazan y los matan.

 Internacionalista

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