HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

Coctel explosivo

El sostenido ascenso de Petro tiene explicación. Primero, la profunda crisis de los partidos políticos. En su inmensa mayoría han dejado de lado su función de ser cadenas de transmisión de las expectativas y necesidades frente al Estado para convertirse en expedidores de avales para unos parlamentarios que solo se preocupan por su reelección y viven del clientelismo y la mermelada.

Segundo, la creciente desconfianza en las instituciones. Los ciudadanos ya no solo califican de manera negativa al Congreso y los partidos políticos, sino que su desconfianza se extiende a la administración de Justicia, las altas cortes, la Fiscalía, los organismos de control e, incluso, la Presidencia.

Tercero, aunque desde el 2002 se han hecho progresos inmensos, aún viven bajo la línea de pobreza un 28% de colombianos, casi uno de cada tres. Y hay una enorme cantidad adicional de colombianos apenas colgados de la clase media.

Colombianos que sienten que no le deben nada al modelo económico ni a la democracia. Finalmente, la corrupción es rampante. Nunca como ahora ha estado más extendida. Por un lado, alcanza incluso a las altas cortes y la Fiscalía.

Por el otro, se expande la percepción de que no es posible contratar con el Estado en cualquiera de sus niveles, sin que medie una coima. Un Estado privatizado que opera para beneficiar a los burócratas y a los conectados, no a los ciudadanos del corriente.

Es una mezcla que explica la emergencia exitosa de figuras populistas de izquierda en América Latina. Pero que no había sido suficiente en Colombia. Aquí una guerrilla cruel y sanguinaria y metida hasta el cuello en el narcotráfico, había espantado al votante. Ese miedo dejó de existir, no porque no persistan conflicto, guerrillas y narcos, sino porque después del pacto con las Farc la percepción es que la guerrilla no podrá llegar al poder.

Con todo, un elemento adicional es indispensable para entender el fenómeno: la penetración cultural del marxismo en la cultura y en el sistema educativo público y privado, en todos los niveles, incluyendo las universidades, y en los medios de comunicación. Los jóvenes son educados en y por la izquierda.

Alimentan el resentimiento y la lucha de clases, creen que el capitalismo es esencialmente injusto y que los problemas económicos no están en producir y generar riqueza y empleo, sino en repartir los bienes y dineros que otros tienen. Y, como no vivieron la tragedia previa al gobierno de Álvaro Uribe, solo ven su figura y su gobierno por lo que “informan” los medios y solo ven a la izquierda con los ojos benévolos de quienes quieren “la paz” a cualquier costo.

Un coctel explosivo, sin duda, y muy peligroso. Si, como vengo advirtiendo, esta elección se transforma del todo en una sistema vs. antisistema, acá puede pasar cualquier cosa. Entramos el reino de la incertidumbre y del peligro. El populismo puede triunfar.

Abogado y analista político

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