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ETA puso punto final a última lucha armada de Europa occidental

«ETA quiere informar al pueblo vasco del final de su trayectoria», afirma la declaración, a la que puso voz el veterano dirigente Josu Ternera, fugado desde 2002 y presunto responsable de un atentado que causó 11 muertos en 1987.

La organización separatista vasca ETA anunció ayer su disolución, en un comunicado que pone fin a la última rebelión armada de Europa occidental tras décadas de violencia que dejaron más de 800 muertos.

 

«ETA quiere informar al pueblo vasco del final de su trayectoria», afirma la declaración, a la que puso voz el veterano dirigente Josu Ternera, fugado desde 2002 y presunto responsable de un atentado que causó 11 muertos en 1987.

El documento, también leído en la Fundación Henri Dunant de Ginebra, asegura que la organización «ha desmantelado totalmente el conjunto de sus estructuras» y «da por concluida toda su actividad política».

No obstante, advierte que sus ex miembros «continuarán con la lucha» por la independencia del País Vasco y Navarra, «cada cual donde lo considere más oportuno».

Madrid ya advirtió a la organización que no debe esperar rédito alguno.

«Haga lo que haga ETA no va a encontrar ningún resquicio para la impunidad de sus crímenes», dijo el jefe del gobierno español, el conservador Mariano Rajoy. «No consiguió nada cuando dejó de matar (…) y tampoco va a conseguir nada ahora», insistió.

Fundada en 1959 bajo la dictadura de Francisco Franco, acusado de reprimir la cultura vasca, a ETA se le adjudican al menos a 829 personas en cuatro décadas de violencia por la independencia del País Vasco y Navarra.

Considerada como terrorista por la Unión Europea, ETA asesinó en atentados con bomba o tiros en la nuca a políticos, policías, militares, juristas y civiles, y también recurrió a secuestros y extorsiones.

Pero golpeada por las sucesivas operaciones policiales en España y Francia y ante el rechazo mayoritario de la población vasca, renunció en 2011 a la violencia y en 2017 aseguró haber entregado sus armas a las autoridades francesas.

El anuncio de la disolución será seguido de una «conferencia internacional» el viernes en el País Vasco francés, donde son esperados el exlíder del Sinn Fein irlandés Gerry Adams y representantes de partidos vascos pero ningún delegado de los gobiernos de Madrid o París.

«Este no es el final de ETA que queríamos (…) debía de haber sido diferente», afirmó Consuelo Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo Covite y hermana de un político vasco conservador asesinado en 1995, en un evento el miércoles en San Sebastián (norte).

«La desaparición de ETA (…) no reduce ni un ápice la responsabilidad de sus miembros de colaborar en la investigación y el esclarecimiento de los asesinatos cometidos, así como de las extorsiones, amenazas o coacciones a amplios sectores de la población», abundó en un comunicado el director de Amnistía Internacional en España, Esteban Beltrán.

Y es que el combate se centra ahora en el relato: mientras algunos independentistas defienden que lo ocurrido fue una lucha entre insurgentes y opresores del pueblo vasco, las víctimas y los historiadores recuerdan que ETA continuó realizando atentados, incluso con más virulencia, tras la muerte del dictador en 1975 (al menos 786 personas).

MADRID AFP

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