Se empobreció Santa Marta

El estudio que acaban de realizar Adolfo Meisel y Diana Ricciulli-Marin, publicado por el Banco de la República, titulado “La pobreza en Santa Marta y los estragos del bien”, es un claro llamado de atención; primero, a las autoridades del Distrito y el departamento del Magdalena, dirigentes privados y clase política local, y segundo, para el Gobierno nacional. Su principal conclusión es que entre 1985 y 2017, Santa Marta ha aumentado la proporción de personas viviendo en condiciones precarias. Es decir, en un lapso de treinta años pasó de ser la tercera ciudad de la región Caribe con menor pobreza, a ser la tercera ciudad con mayor pobreza monetaria en esta parte del país, solo superada por Riohacha y Valledupar. Sin duda alguna un cambio radical.

La principal causa de este serio deterioro de la población samaria se explica en el documento en buena parte por “la llegada masiva de desplazaos que se inició en la década de 1990”. El análisis demuestra cómo los cinturones de miseria se localizan no solo en las faldas de los cerros aledaños, sino también en algunas zonas del perímetro urbano. Como mencionaba Meisel recientemente, todos los ojos, mas no las acciones sobre la miseria, siempre se enfocan en Cartagena, pero resulta que Santa Marta hoy está mucho peor. Una muy triste realidad para una ciudad con un puerto de gran importancia en el país y que tuvo momentos de gran prosperidad. Como es obvio, y así lo señala el mencionado estudio, la pobreza extrema no viene sola, sino que está acompañada de altísimos niveles de informalidad, carencia de servicios públicos básicos en estas y otras áreas de la ciudad y un sistema educativo de muy bajo nivel. Es decir, un círculo perfecto de miseria.

Este trabajo presenta datos completamente vergonzosos que demuestran una carencia absoluta de liderazgo. Por ejemplo, Santa Marta es la ciudad con menor cobertura de servicios públicos en el país, 44%, y hasta Quibdó la supera levemente con 44.5% aproximadamente. Es realmente inexplicable la situación de la capital del Magdalena, cuando ciudades como Barranquilla, Popayán, Bogotá, Medellín y Armenia tienen coberturas del 70% de su población y más. Para completar este panorama desolador, Santa Marta después de Riohacha tiene el peor resultado en las pruebas Saber en inglés, 2017, cuando Tunja la supera en más de 10 puntos. ¿Cómo es posible?.

Sin más rodeos, Santa Marta está en crisis y esto obedece claramente a una profunda indiferencia de los líderes de la ciudad y del departamento del Magdalena. Para qué le sirve su clase política, por ejemplo, que no ha tenido la capacidad de negociar como hacen otras regiones, recursos, planes y proyectos para su ciudad. Y con respecto a su sector privado, a ese grupo de empresarios que antes fueron exitosos exportadores de banano, algunos de los cuales siguen participando en las principales actividades de la ciudad, como el turismo y los negocios de su gran puerto, evidentemente le han dado la espalda a las crecientes demandas de una población local e inmigrante, cuyas viviendas son absolutamente deplorables, como las muestra el estudio mencionado.

El pertenecer a un sector privilegiado de una ciudad empobrecida, genera una responsabilidad muy grande en la búsqueda de esfuerzos locales y nacionales para frenar este creciente deterioro de Santa Marta. Es el momento de que basados en este extenso trabajo lleno de información, que señala claramente falencias y posibilidades de inversión, los responsables, y específicamente el municipio, tomen sus recomendaciones para que su ciudad vuelva a los momentos exitosos que tuvo en el pasado. Servicios públicos, educación, vivienda y empleo, deben ser el foco de atención para reiniciar la recuperación de esta querida ciudad.  A propósito ¿dónde están los recursos de regalías y transferencia de la Nación más los impuestos locales? Sería muy bueno saberlo.

ExMinistra de Estado