HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Competitividad regional: qué mal estamos

En este país tan polarizado, uno de los pocos puntos en los cuales hay consenso, es sobre la necesidad imperiosa de aumentar la competitividad del país, si es que queremos jugar algún papel en este mundo global. La productividad, íntimamente relacionada con la capacidad de nuestra producción nacional de competir en los mercados mundiales y en los locales con las importaciones, es muy baja en general en Colombia, y entre los que poseen el capital o el trabajo se culpan mutuamente y además al Estado, por no tenerla como una prioridad.

Como si este rezago nacional no fuera ya una suficiente preocupación, el estudio realizado de manera conjunta entre el Consejo Privado de Competitividad, CPC, y la Universidad del Rosario, muestra la gravedad de la situación en las ciudades colombianas.  Si esto sucede en las capitales qué será lo que estará pasando en el resto de municipios para no mencionar la pobre situación del campo. Primera sorpresa: entre las cinco ciudades con mayor competitividad, no está ni Cali y mucho menos Barranquilla que tanto cacarea sobre las maravillas que allí suceden. Sin embargo, además de Bogotá y Medellín que como siempre encabezan la lista con la mejor competitividad, aparece en tercer lugar Manizales, seguida de Bucaramanga y Tunja, esta última siempre subestimada. Hace mucho tiempo que se le viene diciendo a las autoridades que manejan Barranquilla, que se sienten los héroes del país, que así como van las cosas, Bucaramanga puede desplazar para siempre a Barranquilla, en todo. Bien por Manizales y Tunja que ocupan el tercer y quinto lugar, respectivamente.

Una mirada a la Región Caribe da ganas de llorar. Barranquilla, la super capital de esta parte del país, con el mejor alcalde y gobernador, ocupa el noveno lugar, después de Cali, Popayán, otra ciudad que siempre se considera rezagada, y Pereira. Pero a las demás capitales costeñas les va mucho peor y siguen las sorpresas. A Santa Marta que se está empobreciendo, resulta mejor calificada que Cartagena, onceava y doceava, cuando se supone que esta última tiene mayor desarrollo industrial.  Riohacha es la menos competitiva del país, y a pesar del Cerrejón está peor que Quibdó. Y Valledupar (16), Montería (18) y Sincelejo (19), están muy mal, con índices muy inferiores con respecto a las primeras cinco. Neiva (10) logra quedar entre las diez primeras, y Pasto otra de las ciudades que poco se mencionan, supera a muchas de la Región Caribe. 

No son nada alentadores los resultados del Ranquin de Competitividad/Índice de Competitividad de Ciudades (ICC) en las ciudades colombianas, pero si ayudan a entender por qué no se puede, por ejemplo, diversificar nuestra oferta exportadora y reducir las profundas diferencias existentes entre la calidad de vida en las distintas ciudades del país. Por ello, es fundamental que las autoridades locales y regionales tomen en cuenta de manera seria estos resultados, porque se les ofrece la oportunidad con este trabajo de entender dónde están sus profundas debilidades para que desarrollen estrategias locales que reduzcan estas inmensas brechas que se suman a las otras existentes en este país que, a diferencia de otros latinoamericanos, es un país de ciudades. 

Con esta frase, Rosario Córdoba, presidenta de una de las instituciones que realizaron este trabajo, afirmó lo que podría ser la síntesis de este gran problema nacional: “Las brechas entre las urbes nacionales eran tan grandes como las que hay entre las naciones más competitivas y las menos competitivas”.

Les corresponde ahora a las autoridades locales diseñar acciones que reduzcan estas brechas, lo que resultará en beneficio no solo del país sino de todas y cada una de las capitales departamentales.

ExMinistra de Estado

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