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Diego Simeone, un Dios del Atlético con el fútbol en el ADN

Diego Simeone ha terminado con el monoteísmo en el Atlético: además de celebrar en la fuente madrileña dedicada al dios romano Neptuno, el entrenador argentino se ha convertido en otra figura sagrada en el universo rojiblanco.

Suspendido para esta final por su expulsión en semifinales ante el Arsenal, Simeone no estuvo en el banquillo, dejando esa labor a su ayudante Germán ‘Mono’ Burgos, y pudo vibrar desde fuera, gritando y saltando como un hincha.

 

Su familia cuenta que la primera palabras que aprendió a decir era «gol» y su padre Carlos, otro loco por el fútbol, potenció desde pequeño su pasión por el fútbol.  

«Los fines de semana íbamos de un extremo a otro de Buenos Aires. Jugaba un partido, se cambiaba en el coche y nos íbamos a jugar a otro sitio. No se cansaba nunca», contó en su día Carlos Simeone a la revista France Football.    

«Siempre jugaba con pasión. Nada le podía detener. Ha sacrificado muchas cosas para poder ser futbolista y nunca ha soportado perder. Su carácter, su rabia, eso no cambiarán nunca», apuntó el padre del ‘Cholo’.

 

Uno de sus éxitos como entrenador ha sido establecer una conexión de total confianza con sus jugadores en el Atlético de Madrid y poder transmitirles esa misma pasión, que ha caído en terreno abonado.  

«Para nosotros es como un dios. Llegó y todo cambió. Lo que nos dijo se cumplió. Le seguimos y si nos dice que saltemos de un puente, lo hacemos. Conoce el fútbol a la perfección», llego a decir el portugués Tiago Mendes, actualmente retirado, en la víspera de la final de Champions perdida en 2014 en Lisboa.

 

Para los hinchas del Atlético, Simeone es una leyenda viva, un emblema, una de las figuras más importantes de su historia, desde que destacó como jugador, siendo integrante del mítico equipo del ‘doblete’ Liga-Copa del Rey de la temporada 1995-1996.  

 

Aquel plantel estaba comandado por José Luis Pérez Caminero, Kiko Narváez, el serbio Milinko Pantic o el propio Simeone, que jugó en el club del antiguo estadio Vicente Calderón de 1994 a 1997, antes de marcharse al fútbol italiano, donde jugó en el Inter de Milán (1997-1999) y la Lazio (1999-2003). 

 

 FUNDADOR DEL «CHOLISMO»

De 2003 a 2005 volvió a la disciplina del Atlético, ya en la parte final de su carrera, antes de regresar a Argentina para jugar en el Racing Club, donde se retiró poco después.   

 

La tercera etapa de Simeone comenzó a finales de 2011, ya como entrenador, cuando Gregorio Manzano fue destituido por malos resultados, especialmente tras caer en la Copa del Rey ante el Albacete, de la Segunda División B. 

 

Apenas cinco meses después de llegar ganó la Europa League, tres meses más tarde la Supercopa de Europa y los éxitos continuaron en los años sucesivos, en 2013 con la Copa del Rey y en el 2014 con la Liga española, el subcampeonato europeo y la Supercopa de España. En 2016 se perdió otra final de la Liga de Campeones, en los penales, y la sequía de títulos terminó este miércoles con una nueva Europa League.

 

Todo ello en doce años en los banquillos. Empezó en 2006 con Racing Club y en 2006 y 2007 dirigió al Estudiantes de La Plata, al que dio un título en el Apertura.  

 

En 2008 llegó a un histórico como el River Plate, con el que se llevó un Clausura, y entre 2009 y 2010 estuvo en el San Lorenzo de Almagro, desde donde dio el salto a una primera aventura en Europa, en el Catania italiano (2011), al que salvó del descenso.  

 

Ese mismo año volvió a Racing Club, en su país, en sustitución de Miguel Ángel Russo, pero no pudo dar el ansiado título del Clausura a la ‘Academia’, de la que es hincha.  

La decepción duró poco, ya que pronto recibió la llamada de ‘su’ Atlético, con el que ha creado una filosofía que la prensa española ha bautizado como «Cholismo».

«En la vida, el que insiste e insiste hace que la situación aparezca», es una de sus perlas «cholistas», que resume muy bien su filosofía de vida.

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