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 Maduro busca la reelección en una Venezuela arruinada y aislada

Con una Venezuela colapsada por la crisis económica, el presidente Nicolás Maduro buscará el domingo su reelección en unos comicios sin rivales de peso, boicoteados por la oposición y cuyo resultado desconocerán países de América y Europa.

Apenas uno que otro afiche se ve en las calles. Sin mayor entusiasmo, 20,5 de los 30,6 millones de venezolanos están llamados a estas elecciones de una sola vuelta, adelantadas por el oficialismo.

«No voy a votar. Estoy preocupado por sobrevivir cada día y la cosa está cada vez más jodida», dijo a Alexis Rodríguez, vendedor ambulante de 40 años.

 

Maduro es favorito aunque 75% de los venezolanos lo reprueba, hartos de la falta de comida, medicinas, agua, luz, transporte y seguridad, y del costo de vida con un ingreso mínimo que alcanza para medio kilo de carne.

 

Cientos de miles han abandonado el país a medida que empeora la situación.

Pero el camino está allanado para Maduro: tiene el control del poder electoral y militar, y una oposición dividida entre quienes votarán y los que se abstendrán para ilegitimar un nuevo mandato de seis años, que comenzaría en enero de 2019.

Sus contendores son el opositor disidente del chavismo Henri Falcón (56 años), quien se deslindó del boicot de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), y el pastor evangélico Javier Bertucci (48).

Ambos se pelean el voto castigo de una población desmoralizada, haciendo más probable un triunfo de Maduro, exchofer de bus de 55 años ungido sustituto por el líder socialista Hugo Chávez, fallecido en 2013.

La firma Datanálisis da un empate técnico entre Maduro y Falcón; Delphos 43% al presidente y 24% al exchavista, e Hinterlaces 52% al mandatario contra 22% del exgobernador. Bertucci ronda el 20%.

«La gente ha perdido la fe en la protesta y el voto, por eso la apatía. El venezolano está desconcertado y desesperanzado. Estamos en el peor momento de la crisis y del país», opinó el analista Juan Manuel Raffalli.

 

 «¡ME RESBALA!»

Apoyando a la MUD, Estados Unidos, la Unión Europea y 14 países del Grupo de Lima (incluidos Argentina, Brasil y Canadá) aseguran que los comicios no serán libres ni transparentes.

Y acusan a Maduro de socavar la democracia. Cuatro meses de protestas opositoras en 2017, que dejaron unos 125 muertos, fueron fulminados con la cuestionada elección de una Asamblea Constituyente, todopoderosa arma oficialista. 

«Me resbala que me digan ‘dictador’ (…). No cederemos al chantaje. No nos importa que no nos reconozcan: al presidente de Venezuela lo elige el pueblo, no Donald Trump», repite el gobernante.

 

La MUD, que arrasó en las legislativas de 2015, y sus líderes más populares están inhabilitados: Henrique Capriles, a quien Maduro ganó por 1,5% en las presidenciales de 2013, y Leopoldo López, bajo arresto domiciliario.

Para el politólogo Luis Salamanca, el gobernante no tolerará una derrota. «Es una elección hecha a su medida, pero hay que ver si el traje le quedará bien», comentó.

La MUD acusa de «ventajismo», «clientelismo» y «control social» a Maduro, quien masificó la entrega del «Carnet de la patria», necesario para acceder a bonos y cajas con alimentos subsidiados.

«Voy a votar por Nicolás porque es el candidato de la patria (…). Da casas, bonos. Los gobernantes de antes no daban nada», aseguró Jesús Cova, vendedor ambulante.

Según el analista Benigno Alarcón, «la apuesta del régimen es salir fortalecido de la elección para emprender cambios» con la Constituyente e instaurar un esquema más «controlable», como en Cuba.

 

 «TOCANDO FONDO»

Bailando con su esposa Cilia Flores un pegajoso reguetón que no paró de sonar en mítines y en la TV oficial, Maduro promete una «revolución económica» para, esta vez sí, traer prosperidad.

El país con las mayores reservas petroleras está en la ruina: el FMI señala que el PIB se contrajo 45% desde 2013 y calcula que en 2018 caerá 15% y la hiperinflación llegará a 13.800%.

Venezuela y la petrolera PDVSA fueron declaradas en default parcial en 2017. Para peores, Estados Unidos, al que vende un tercio de su deprimida producción de crudo, amenaza con un embargo tras imponer sanciones que obstaculizan la renegociación de deuda.

 

«Las perspectivas económicas empeorarán debido a sanciones internacionales adicionales», advierte Eurasia Group.

Está por verse si el aislamiento trascenderá la «retórica», apunta Michael Shifter, de Diálogo Interamericano. También, si otros gobiernos reconocerían un triunfo de Falcón, quien ofrece dolarizar la economía y aceptar «ayuda humanitaria».

 

«Los factores clave serán la economía y el ejército. El país es un polvorín y algo podría provocar una agitación difícil de contener», sostiene Shifter.

Venezuela, según analistas, parece estar tocando fondo.

 

 

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