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“Nacional no es un trampolín para ir a Europa”: Almirón

Por: JUAN FELIPE ZULETA VALENCIA

En las tribunas del Atanasio Girardot retumba el himno antioqueño con los dos equipos filados en el campo. En el epílogo de la tonada, ruge con furia el “¡oh Nacional!” cuyo eco queda danzando en el aire. Desde la raya está él, con ese rostro aparentemente inalterable, como abstraído del entorno.

“¡Puta madre! Mirá que se me pone la piel de gallina cada vez que lo escucho. Es tremendo eso”, confiesa Jorge Almirón mientras se frota los brazos, con ademán enfático, recordando ese escenario que vive cada vez que sale a la cancha a dirigir un partido de local.

Así es siempre; cada cosa que hace, cada proyecto que emprende, lo lleva hasta la máxima expresión. Todos los días debe negociar con ese carácter pasional para imponer el método y la razón que se ha propuesto en su carrera profesional.

 

¿Está cómodo viviendo en Medellín con su familia?

“Sí, es una ciudad muy linda. Con mucha naturaleza. No he tenido oportunidad aún de conocer muchos lugares. Salgo de la casa a las seis de la mañana para Guarne y vuelvo a las cuatro. Pero mi familia está feliz; mi hija está haciendo amigos en el colegio y mi señora está muy cómoda. He vivido en muchas ciudades fuera de Argentina, pero esta, sin dudas, es la más linda”.

 

¿Y cómo es San Miguel, la tierra donde creció?

(Sonríe) “Bellísima. Crecí en una ciudad rodeada de naturaleza, muy silvestre. Mi barrio era de gente trabajadora. Nos juntábamos veinte para jugar a la pelota cinco, seis horas. Bueno, hoy la ciudad ha cambiado un poco y también esa forma de vivir la niñez. Los chicos están rodeados de tecnología y los que sueñan con jugar a la pelota deben pagar para estar en una escuela y entrenar una hora en una cancha sintética. Pero lo que te daban las horas de juego en el campo, las repeticiones, la interacción, eso ya no lo consiguen los chicos”.

 

Ahora que estamos a días del Mundial, ¿cuál es el primero que recuerda?

“El del Argentina-78. Estaba muy chico, pero recuerdo cómo festejaba la gente. El país vivía momentos difíciles (dictadura). Era muy joven pero sabía que pasaban cosas. Muy cerca de donde se jugaba la final del mundo había gente secuestrada. Es parte de la historia de nuestro país y de nosotros. De ahí salieron mis primeros ídolos y años después pude conocer a (César Luis Menotti (técnico campeón), con quien me identifico en la forma en que siente y vive el fútbol”.

 

Su paso por México parece haber sido decisivo en su vida y su carrera…

“Total. Mirá, yo me fui allá a los 24 años. Era un jugador ya maduro, luego comencé mi carrera como técnico, y México me mostró que el fútbol podía vivirse de una forma diferente. Porque sí, esta es una profesión pasional y que involucra muchos sentimientos. Pero no es un asunto de vida o muerte como lo vemos en Argentina. Con los aprendizajes que tuve allá entendí que en esta carrera siempre hay un nuevo día para madrugar a trabajar, igual que si se gana o se pierde. Que la razón y el trabajo te lleva siempre al lugar que buscas”.

 

No haber ido a Europa, cuando estuvo tan cerca hace poco, ¿lo vio como un retroceso?

“No, no. El camino se marca de diferentes maneras. Allá voy a llegar, estoy seguro y preparado. Pero no planifico mi trabajo en Nacional pensando en que es un trampolín para Europa. Estaría equivocado si pensara así. Yo vine con mi familia acá. Estoy metido en cuerpo y alma para que el equipo juegue bien y lograr algo importante con este escudo”.

 

¿Entonces, independientemente de ofertas y cláusulas contractuales, usted se quedará, mínimo, hasta diciembre?

“No tengo en mi cabeza ninguna oferta para valorar. Pienso en los cuatro partidos que tenemos por delante para salir campeones. No tengo en la cabeza irme para otro lado”.

 

¿Por qué cree que, en el consenso general, la hinchada tiene aceptación y aprecio hacia su persona?

“Bueno, eso no lo sé. Lo que sí he tratado es de tener siempre en cuenta que estoy en una carrera en la cual se trabaja para la gente. El fútbol es lo que es porque le importa a muchas personas y genera muchas sensaciones. Mirá, estamos acá hablando de fútbol porque esto le importa a alguien. Es un negocio que le da cabida a tantas personas y ese amor del hincha, que daría la vida por entrar a la cancha a impedir un gol del rival, hay que honrarla con actitud”.

 

¿Cómo le ha parecido trabajar con jugadores colombianos?

“Me costó un poco, porque soy bastante directo en la forma de decir las cosas. Pero entendí que son un poco más susceptibles para recibir el mensaje en ese tono, así que he ido bajando los decibeles. Pero igual, los jugadores entienden que uno les dice las cosas por su bien y para que crezcan en su carrera. Uno debe entender los orígenes y la personalidad de cada uno para saberles llegar. En general, me gusta que se diviertan y hagan sus juegos. Pero que cuando empiece el entreno lo hagan en serio. Porque se juega como se entrena y como se vive. Este plantel lo ha asimilado muy bien”.

 

¿Cuál de los 29 partidos dirigidos es el que más se acerca al ideal que busca con Nacional?

“A mi me gustó mucho el último ante Cali. Me emocionó. Porque teníamos la necesidad de remontar y lo asimilamos. Recuperamos rápido el balón y lo fuimos superando, demoliendo física y mentalmente. Ellos acabaron acalambrados y nosotros fuertes físicamente y de la cabeza. Teníamos una prueba a nuestro carácter y la superamos”.

 

¿Qué posiciones quiere reforzar para pelear la Copa?

“Hay jugadores que terminan contrato y habrá que reforzar esas posiciones. Pero no puedo dilucidar esas necesidades de la nómina hasta que terminemos la Liga. En Colombia hay jugadores muy valiosos y que marcan diferencia, pero tienen mercado en México o Brasil y es difícil entrar en la puja por ellos. Hay que elegir bien los refuerzos con ese panorama. Es cuestión de sentarnos con la directiva a trabajar”.

 

¿Usted es cabalero? Se lo pregunto porque Nacional tuvo otro Dt (Ramón Cabrero), que también venía de Lanús como usted, y tenía unas cábalas muy particulares que la hinchada recuerda mucho.

(Ríe) “Bueno, y sí. Aunque antes las tenía más. Lo que pasa es que cuando sentís que la cábala cambia alguna de sus condiciones empezás a generar dudas y lo transmitís. Ahora lo que trato es mantener algunos ritos o hábitos antes de los juegos. Los jugadores también lo hacen. Son formas para mantener la concentración y reagrupar la energía. Propiciar buena vibra. Y, ¿cuál era la cábala de Ramón? (pregunta)…”

 

Cada vez que ganaba conservaba la misma camisa en el siguiente juego. Una vez pasó como dos meses con una camiseta rosada…

(Risas) “Ramón era especial. Pero viste, es lo que te digo. Es una forma de canalizar buena energía, de generar confianza. Después, los que ganan son los jugadores y el buen trabajo que hiciste en la semana”.

Luego, tras la charla, Almirón rehusó cordialmente a tomarse una foto como parte del registro gráfico de la entrevista, con el fondo de la icónica fotografía que muestra las m9anos unidas de los jugadores alzando la Copa Libertadores en 2016.

“No, no me pongáis en esas. Esa no la gané yo. Que la luzcan los hombres que lucharon por ella, sería un irrespeto con ellos. Yo tengo que seguir madrugando a trabajar para conseguir mis propios logros”

 

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