HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Espacio público y ciudad

Santa Marta es una ciudad que ha descuidado, por no decir que poco o ningún interés le ha prestado a algo que lo merece en alto grado como es el espacio público, lo que debería ser imperativa obligación que entrañe a toda urbe que se precie de serlo y más aún cuando se considera, como en nuestro caso, una ciudad turística por antonomasia. No hemos dimensionado o no hemos querido entender que el espacio público es vital para las urbes turísticas, lo que impone en manera urgente su recuperación, reglarlo, normarlo adecuada y convenientemente para todos, en la seguridad que un espacio público sostenible es prenda de garantía para propios y foráneos que nos visitan, recuperando la importancia por ejemplo de la Campo Serrano, rica en historia vivencial para los Samarios y transcendental por su  arquitectura.  

No hemos entendido o querido entender tampoco que el espacio público es un constructo social resultante de un proceso socio-histórico de dimensión comunicativa que requiere de una organización acorde con la ciudad y como espacio de construcción de civilidad, que da identidad y carácter a la ciudad al permitir reconocerla y vivirla en sus sitios urbanos (naturales, culturales y patrimoniales), pero que se ha visto, a pesar de estar regulado y normado, agobiado por las permanentes y hasta alcahueteadas invasiones privadas que deterioran calidad de vida y medio ambiente, que ha dado paso a que se hable hoy de espacio privado de uso público.

El espacio público como espacio de construcción de ciudadanía y encuentro social, está soportado en la reflexión política acerca de lo público-privado (accesibilidad, transparencia, libertad), involucra discurso, filosofía y se refiere a la promoción o el control de la sociabilidad y el encuentro social que se produce en la construcción de la ciudad, como afirman los entendidos en la temática. Convergen en el espacio público una dimensión política y otra urbana, sin que sea posible entender la una sin la otra, de allí que el modo en que organizamos y practicamos el espacio público urbano, sea también el modo en que articulamos un espacio socio-económico en el que muchos pueden estar organizadamente y lo que es mejor derivar de dicha actividad su sustento y por ende mejorar la calidad de vida de su entorno familiar, ayudando de contera en la dinámica económica de la sociedad y de la ciudad, evitando las desagradables escenas que se registran hoy en día en la calle trece o San Francisco, alrededor de la Iglesia del mismo nombre.

Hoy por hoy, vale decir contemporáneamente, el espacio público plantea una separación entre los actores políticos, los grupos de poder y los ciudadanos comunes, generando un grande desbalance entre los distintitos grupos de interés, dando como resultado que el espacio de la ciudad se segregue, controle y homogenice, originando preocupaciones y ansiedades de nuestros ordenes sociales presentes, más o menos críticas, más o menos optimistas, más o menos transformadoras del orden social dominante, debiéndose en consecuencia leer el espacio público como escenario desde donde analizar y comprender los fenómenos recientes de perturbación del orden social dominante, que han tenido lugar en distintos lugares del mundo, que han vuelto a hacer coincidir en un nuevo sentido, la dimensión comunicativa con el espacio público urbano.

[email protected] *Jurista

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