HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Megacorrupción

Seguimos registrando casos descomunales de corrupción. ¡Perdón!, de megacorrupción. De crimen organizado, de redes criminales para saquear sin contemplaciones los recursos del Estado. ¡50 billones, dice el Contralor, por año! Una y otra vez. ¿Hasta cuándo?

No creo que el mecanismo de participación ciudadana, aprobado sin votos negativos en el Senado, contra la corrupción, cambie significativamente tan deplorable situación. Disminuir el salario de los representantes y senadores no tiene impacto en construir transparencia. Limitar los periodos a tres solamente, tampoco. La rotación de congresistas cada doce años no tiene esa virtud. Colombia tiene uno de los índices de rotación más altos en el mundo.

Existen herramientas anticorrupción que están dando buenos resultados en varios países. Algunas pertenecen al mundo digital. Y han probado ser eficaces. El candidato Iván Duque mencionó varias en el Congreso de Camacol en Cartagena. La factura electrónica en las transacciones de inmuebles. La utilización de Big Data en muchos sectores. La ventanilla única digitalizada para trámites.

Existe una herramienta que desde la Independencia de los Estados Unidos se ha venido perfeccionando, en la Guerra Civil, por ejemplo, o recientemente a raíz de la crisis financiera global. Aquí ha habido resistencia para adoptarla en sus principales características. Y claro, así no produce los resultados esperados. Ojalá el nuevo gobierno no vacile en obtener su aprobación en el Congreso. Si tenemos ahora un consenso en el Senado contra la corrupción no sería difícil lograr asentimiento semejante para poner en marcha este procedimiento, estimado como el más efectivo en muchos países.

Se reconoce que este mecanismo de participación ciudadana aprobado tan abrumadoramente por el Senado ha unificado todas las fuerzas políticas en contra de la corrupción. Excelente. Ojalá la ciudadanía replique ese comportamiento. Y apoye con igual contundencia otras medidas anticorrupción que son urgentes. Ello no debe desaprovecharse con herramientas que no tienen todo el potencial para confrontar seriamente los comportamientos corruptos.

Esta propuesta avalada por todas las fuerzas políticas para obtener el apoyo de una ciudadanía indignada crea un ambiente ético que es indispensable. Ojalá lleve a una permanente actitud de la ciudadanía de absoluto rechazo a todas las formas de corrupción.

¿Y si los escándalos continúan después de aprobada la consulta popular anticorrupción?

Hay que recordar que no basta formular políticas públicas iluminadas. Lo estratégico es que ellas estén acompañadas de elementos que las hagan viables, que ayuden a su real implementación. Ahí están las convenciones internacionales que en buena parte no se aplican. Y los estatutos anticorrupción que corren la misma suerte. La retórica ya demostró su inutilidad. Tan sólo ayuda a propiciar el cinismo, el desencanto y la pérdida de credibilidad en instituciones y autoridades.

La integridad debe ser recuperada a lo largo y ancho del país, en todas sus instituciones, públicas y privadas. El interés público no puede seguir siendo deformado por los corruptos. Siempre debe prevalecer. Así los más débiles recibirán los beneficios de las políticas públicas que han sido capturadas para beneficio particular. Es la formidable tarea que tiene el nuevo gobierno. Necesita todo el compromiso ciudadano.

En la democracia el respeto por el liderazgo se gana sorprendiendo a los opositores con compromisos y no órdenes…, escribió Tom Friedmann en el New York Times. Ese espíritu observé en la presentación de Iván Duque ante Camacol, el jueves pasado.

​ExMinistro de Estado

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